Manifiesto de los Profesionales
ConVocación Revolucionaria
El conocimiento científico y la técnica han avanzado exponencialmente desde hace poco más de un siglo. Vivimos en un futuro poco imaginable para nuestros ancestros; podemos superar la velocidad del sonido y tener acceso a información de manera inmediata. Sin embargo, todavía existen un sinnúmero de interrogantes a resolver y que permitan que “la dignidad se haga costumbre” para la humanidad.
Buena parte de la investigación y el desarrollo, en un contexto capitalista, han puesto el acento en otros objetivos. En suma, el modelo de producción, basado en la dominación y la explotación, sigue marcando nuestras formas de relacionarnos como seres humanos y con el mundo.
Existe una clase dominante que se cubre con la máscara de la democracia y sigue viviendo a costa de la riqueza generada por nuestro trabajo como pueblo, y reforzado con el consumo y la deuda. Nada de esto es azaroso, nuestros emperadores cuidan de cada detalle y procuran regar con golpes y balas cualquier flor de pensamiento crítico y rebelión.
Conocimiento y trabajo ¿a favor de quién?
La configuración de nuestras sociedades nos enseña algo evidente: la institucionalidad reproduce las relaciones de dominación y busca mantenernos dóciles frente a las injusticias que vemos a diario en todos los aspectos de nuestras vidas.
Lo que vivimos se explica por el sistema económico que impera. El capitalismo neoliberal ha naturalizado la acumulación de riquezas en unas pocas manos y ha mercantilizado todas las áreas de nuestras vidas, incluso aquellas necesidades más básicas que no deben ser transables.
La marginación del pueblo trabajador es maquillada por un falso sentido de poder adquisitivo y acceso a “mejores” condiciones de vida a través de la máquina del consumo y las facilidades del endeudamiento. Esto promueve además antivalores como: la competencia en desmedro de la cooperatividad, la falta de compañerismo, el individualismo y la apatía, que impiden la formación de una identidad como clase trabajadora y enaltece el éxito individual.
A cada actor de esta sociedad se le ha impuesto un rol a la hora de reproducir los engranajes de injusticia de la máquina capitalista. Nosotros, los trabajadores y trabajadoras profesionales, tenemos y generamos conocimientos y prácticas que, en gran proporción, están al servicio de quienes concentran las riquezas; además, le servimos al modelo como “buenos consumidores” ya que tenemos mayor posibilidad de crédito y acceder a bienes a los que el resto del pueblo no puede.
Este camino empieza desde nuestra formación, donde muchos de nosotros ingresamos a nuestras carreras pensando en construir una sociedad más justa, pero al poco andar nos encontramos con un modelo que ha permeado también en la universidad, que transforma la educación en mercancía, que selecciona qué contenidos son más relevantes, entrega falsos valores e ídolos y prioriza aquellas disciplinas que son más serviles a la reproducción del sistema.
Al entrar en el mundo laboral, nos encontramos con condiciones precarias para el ejercicio y desarrollo de nuestras profesiones; el fantasma del desempleo; la repetición mecanizada del trabajo y la pérdida de sentido; la alta carga laboral; las pocas oportunidades que nos damos para reflexionar y ser críticos sobre nuestro quehacer provocan que se haga lo mínimo esperado por mantener nuestro puesto laboral, lo que termina erosionando la vocación, enajenando y deshumanizando a los trabajadores profesionales.
También reconocemos la existencia de aquellos profesionales que se esfuerzan por hacer bien su trabajo, pero que finalmente al ser una práctica atomizada terminan aislados y sin posibilidades reales de atacar la estructura del sistema.
Una postura necesaria, urgente y posible
Ante este escenario de descomposición y desarticulación política de los actores de esta sociedad y particularmente del sector profesional, es necesario constituirnos como sujetos políticos con mirada crítica y conciencia de clase trabajadora. Con la urgencia de contribuir a su desarrollo nos hacemos cargo de convocar a los demás profesionales al proyecto transformador, pues creemos que el conocimiento es nuestra mayor herramienta y no debe estar al servicio del mercado.
Es posible dotar de sentido y reorientar el quehacer profesional, para ello es necesario conocer las condiciones de vida y laborales de la población; responder con el protagonismo de todo el pueblo a las necesidades esenciales como vivienda digna, salud igualitaria, justa e integral y educación transformadora; trabajar por la interacción en un ecosistema que nos permita vivir en equilibrio, entre otros desafíos.
Como Profesionales ConVocación, populares y revolucionarios tenemos la responsabilidad de cuestionar las condiciones a las que estamos sometidos, transformar nuestras propias prácticas y denunciar las injusticias. Para conseguirlo, el trabajo y el sostén de la organización son la base para hacer un ejercicio consciente y crítico, esto además nos permite enfrentar las contradicciones a las que nos somete el sistema.
La Organización: el camino para conseguir la dignidad que merecemos
La organización se va construyendo con el valioso aporte de todos y todas, trabajadores profesionales de la salud, urbanismo, ciencias sociales, ciencias exactas, comunicaciones, ingeniería, quienes asumimos un compromiso con objetivos comunes. Para alcanzarlos es fundamental el trabajo y la formación colectiva, la interdisciplinariedad, la horizontalidad, la responsabilidad, la rebeldía, la confianza en los compañeros y la generación de relaciones humanas que proyecten la sociedad a la que aspiramos.
Es necesario también articularnos políticamente con organizaciones populares, con quienes compartimos el horizonte de lograr la vida digna para todos y todas. Cada proceso está marcado por un profundo análisis de las condiciones materiales, de las responsabilidades de los actores involucrados, del significado de la lucha y de las alternativas a las que aspiramos para vivir con la dignidad que merecemos. Este trabajo colaborativo busca dejar de lado las prácticas asistencialistas y apunta a fortalecernos como movimiento popular.
Comprometidos a compartir la esperanza
Sabemos que el desafío es grande, queremos una vida digna y una sociedad justa pero jamás será posible dentro de este modelo. Para conseguirlo, necesitamos una revolución que transforme las condiciones de vida: a nivel económico, que cambie las relaciones sociales y el modo de producción; a nivel político, que fortalezca la organización de los actores y el poder popular, y a nivel ideológico, que devele las contradicciones del modelo neoliberal y desarrolle la conciencia de clase para construir la nueva sociedad que soñamos.
Entendemos que solos no podremos llevar a cabo los procesos de transformación a los que aspiramos, por lo que queremos convocar e integrar a aquellos trabajadores y trabajadoras que también se sientan identificados con estos valores y que se movilicen ante todas las injusticias que sentimos encarnadas. Es decir, a comprometerse con las luchas del pueblo, a participar activamente en la construcción de una sociedad nueva, y a poner en práctica las ideas revolucionarias.
CON CONOCIMIENTO Y ORGANIZACIÓN
APORTAMOS AL PROYECTO DEL PUEBLO TRABAJADOR