¡A la «nueva normalidad» no retornamos!

Urge una alternativa revolucionaria frente a este sistema explotador, inhumano y desigual.

Nos encontramos en un escenario, producto de la pandemia COVID-19, que meses atrás era impensado y que hoy cobra la vida de millones de personas en el mundo, instalando una crisis mundial tanto en la salud como en la economía. Sin embargo, las crisis económicas no son algo nuevo, son intrínsecas al sistema capitalista neoliberal y en esta situación, como en otros momentos de la historia, se vuelve a transar la vida y dignidad de la mayoría de las personas para mantener intacto un sistema que solo beneficia el bolsillo de unos pocos. La pandemia no solo ha puesto en tensión el sistema de salud de nuestro país, sino que ha sacado a relucir las contradicciones más profundas que existen entre la gran mayoría trabajadora y los intereses de empresarios y gobernantes. 

A más de un mes de la llegada de la pandemia COVID-19 a Chile, analizamos las causas y las consecuencias que deja la crisis en la salud y las configuraciones económicas del país. Al mismo tiempo, visibilizamos el reciente actuar de la clase política, en favor de mantener este sistema intacto; el potencial de las y los trabajadores como creadores de la riqueza y la urgencia de conquistar un futuro sin diferencias de clase.

Un sistema de salud inhumano y desigual

Nuevamente, durante este último mes, el mal llamado “mejor sistema de salud del planeta” vuelve a mostrar su carácter inhumano y mercantil por su incapacidad de resguardar la salud, expresada en la profunda indiferencia por el bienestar y vida de la mayoría de la población. Esta vez la falta de recursos ha sido la pieza crítica de la situación; la insuficiencia de camas críticas y ventiladores mecánicos, un escaso personal de salud en la atención pública -y menos aún personal especializado-, una carencia de elementos de protección personal [EPP] para trabajadores y trabajadoras del sector, marcan la pauta. Esa es la verdadera cara del sistema público de salud que atiende al 70% de la población en Chile, realidad que hoy, como siempre, pone en riesgo la vida en favor del negocio de la salud. 

El actual sistema sanitario de nuestro país se sostiene en los pilares del negocio, la desigualdad, la precarización del sistema público y en una mirada de la salud orientada en la cura y tratamiento de la enfermedad, pues es un negocio más rentable que la prevención. El negocio instaló lógicas de mercado en el tratamiento de la salud, ejemplo de esto es la venta de seguros, la existencia de las Isapres y todos los servicios que transan la salud como cualquier mercancía en un supermercado. En consecuencia, la salud se ha transformado en un bien al que solo pueden acceder quienes puedan pagar por ella y quienes tengan condiciones de vida (alimentación, deportes, trabajo, etc.) que les permitan una mejor salud. Esta dinámica ha instaurado una desigualdad radical y de base en el sistema. Para que la salud sea un negocio rentable, el Estado neoliberal se ha encargado de precarizar aún más el sistema público, a través de una disminución continua de los recursos, condenando a la salud a administrar pobreza en consultorios y hospitales. La disminución de recursos es un abandono estratégico del Estado que favorece la apertura de nichos de negocio privado y que junto a su lógica de subsidio a la demanda permite el traspaso de recursos públicos al ámbito privado cuando el sistema público empobrecido no puede responder a su tarea. 

Si bien todos y todas nos podemos contagiar, el COVID-19 no nos afecta a todos por igual

Este sistema se ha planificado en función de promover el negocio y ganancias de los empresarios de la salud (clínicas, laboratorios, Isapres, seguros, etc.). Así, la privatización y precarización de la salud son una expresión concreta del abandono y desinterés de este sistema por la vida de trabajadoras, pobladores, jóvenes, niños y niñas de nuestro pueblo. Actualmente las y los trabajadores de la salud, con una creatividad y compromiso impresionante en su trabajo, intentan sortear las carencias para sobrellevar esta crisis que ya ha cobrado la vida de personas jóvenes, adultas, adultas mayores y también del mismo personal de salud. Si bien todos y todas nos podemos contagiar, el COVID-19 no nos afecta a todos por igual y, del mismo modo, no resulta indiferente tener que priorizar entre salvar a una u otra persona porque no se cuenta con los recursos o, cargar con la responsabilidad e indignación de saber no se tomaron las medidas sociales y políticas para garantizar que no colapse el sistema de salud a través de un control responsable del curso de la pandemia.

 Medidas económicas que fortalecen la explotación de los y las trabajadores.

Una planificación social, política y económica son piezas claves para abordar una pandemia, sin embargo, no es posible llevarla a cabo en un sistema como el capitalista neoliberal, puesto que la planificación contradice el corazón de su funcionamiento, que es la libre competencia y el libre mercado. En esa misma dirección y fiel a su ideología y proyecto neoliberal, ha operado toda la clase dominante de nuestro país. 

Con la llegada del COVID19 a Chile se remeció fuertemente la economía chilena o, mejor dicho, la (in)estabilidad económica neoliberal que llevaba años de acumulación millonaria a costa de los y las trabajadores país. En el ámbito económico y del trabajo, encontramos otra de las grandes contradicciones del sistema la defensa del negocio y la explotación, como situaciones que agudizan esta crisis. Actualmente observamos un gobierno que, desde inicios de la pandemia en el país, ha trabajado arduamente por garantizar a empresarios y empresarias un escenario que les permita mantener sus altas ganancias, y todo a costa de los y las trabajadores, porque, como señaló el presidente de la Cámara de Comercio de Santiago, “no se puede matar toda la actividad económica por salvar vidas”[1]. 

Las medidas del gobierno en la esfera económica han buscado entregar una mayor libertad de acción a las empresas junto con frenar, aún más, toda posibilidad de organización, garantías laborales y lucha colectiva de los trabajadores. Entre las medidas impulsadas por el Estado neoliberal está el falso “Plan de Protección de Empleos y Recuperación Económica” que, movilizando importantes recursos de la billetera fiscal, y con la excusa de ser un apoyo a la protección de la pequeña empresa, ha fortalecido a la clase empresarial en tiempos de crisis. Estos anuncios garantizan la posibilidad de suspensión de contratos y despido de trabajadores, con motivo de la situación sanitaria, a todas las empresas, incluso a los grandes holdings que llevan años haciéndose millonarios. Además, han llamado a que los trabajadores con los ahorros provenientes de sus precarios sueldos y a través del seguro de cesantía, sorteen los meses de crisis. También, con las medidas para inyectar liquidez, como el adelanto del pago de facturas y la capitalización del banco estado con tal de aumentar su capacidad crediticia para empresas, hoy fortalecen el endeudamiento de empresas y familias, que ya se encuentran pagando créditos para vivir, con tal de garantizar las grandes utilidades capitalistas [2]. 

el gobierno en alianza con la oposición, implementan el “ingreso mínimo garantizado”, que subsidia a las empresas con el fin de complementar los sueldos de hambre que hoy en día entregan a la gran mayoría.

En una línea similar han ido los anuncios en materia de legislación laboral, ya que continúan con la flexibilización de los contratos, precarizando aún más el trabajo, al mismo tiempo que agudizan el desmantelamiento de la organización sindical y su poder de lucha. El nuevo proyecto de ley busca suspender y prorrogar todos los plazos y garantías asociadas a procesos de negociación colectiva, esto es entregar toda la libertad de decisión a empresarios en este contexto, situación que se corona como un nuevo espaldarazo a la clase empresarial y un fortalecimiento de la explotación de todo el pueblo trabajador. Por último, para manejar miserablemente el empobrecimiento e incertidumbre que vive hoy vive la clase trabajadora endeudada y ahora sin empleo, el Estado neoliberal, en su función subsidiaria, ofrece otorgar beneficios como el bono covid-19 de $50.000, entregado por una sola vez, para que las familias puedan “sobrevivir” mientras dure la pandemia ¿alguien cree que se puede vivir con eso mientras dure la crisis?. Bajo esta misma lógica, el gobierno en alianza con la oposición, implementan el “ingreso mínimo garantizado”, que subsidia a las empresas con el fin de complementar los sueldos de hambre que hoy en día entregan a la gran mayoría.

Las fuerzas políticas en esta crisis popular.

Todas estas medidas buscan funcionar como un parche que contenga la emergencia de forma transitoria hasta que este modelo económico neoliberal logre superar y renovarse frente a una crisis económica de la cual es, principalmente responsable. Si bien la conducción política de la crisis ha estado marcada por la iniciativa del gobierno, actores como el Frente Amplio, el PC y el conglomerado de la supuesta “Oposición” han actuado a favor de las medidas en consecuencia a su acuerdo con las bases de este modelo. Con propuestas como el “Autopréstamo” de los fondos de pensiones, en la que trabajadores podrían retirar sus ahorros bajo la condición de devolverlos pagando un interés del 4% a los administradores de pensiones, la Oposición se alinea a las propuestas neoliberales al fortalecer el endeudamiento y asegurar ganancias de las AFP para reactivar la economía en este momento. El PC, desde la conducción de la CUT, tampoco ha marcado la diferencia, en la misma dirección han apoyado las medidas de endeudamiento que favorecen mayoritariamente a la banca, evidenciando una pasividad y un profundo desinterés por las condiciones de vida del pueblo trabajador. Políticos y alcaldes, de todas las fuerzas políticas, intentan limpiar su imagen figurando en noticieros y matinales, cuando siempre le han dado la espalda a la población, y solo aparecen cuando vienen las elecciones.

El llamado y acción de todas las fuerzas políticas muestra su amistad indestructible con el modelo y una condescendencia absoluta con el gobierno de turno. El Frente Amplio no se queda atrás, su falsa promesa de izquierda queda al descubierto en su inactividad y propuestas en la misma línea del oficialismo, además de hacer un llamado, a través de uno de sus representantes, a que en este momento de crisis “se respete a las autoridades, por el bien de todos” [3]. Las autoridades mienten, manipulan cifras y siguen legislando en favor de los grandes empresarios y en contra de las y los trabajadores, respaldados por todas las fuerzas políticas que han demostrado su profundo desinterés e indolencia por el pueblo.

La necesidad de una alternativa revolucionaria: lucha y organización por salud, trabajo y pan.

Una vez más, la alianza entre en Estado neoliberal y la clase empresarial queda en evidencia, pero también ha quedado demostrado que los trabajadores y trabajadoras son el pilar fundamental de la sociedad, los empresarios no quieren que paremos, porque somos nosotros los que hacemos funcionar esta sociedad, somos nosotros los que verdaderamente creamos el valor y las riquezas del país, las mismas ganancias que hoy día se adueñan unos pocos, mientras reparten migajas aún en estos tiempos de crisis donde está aún más en riesgo nuestra vida y nuestra salud.

Para la mayoría de la población trabajadora y quienes se desempeñan en el sistema de salud pública, nada de la realidad descrita resulta una novedad. Han sido años de administrar la pobreza del sector público, esperas interminables por una atención digna en salud y también una vida entera de esfuerzo y trabajo lleno de incertidumbre para, a duras penas, llegar a fin de mes. Esta crisis nos vuelve a recordar la urgencia por transformar este sistema de raíz, la necesidad de atacar los pilares económicos y políticos que fundan esta sociedad basada en las diferencias de clase, para finalmente construir esa salud y vida digna que desde hace siglos son una sentida demanda popular. 

todo el pueblo trabajador resiste y la combate con la única herramienta que tiene para enfrentar las adversidades: con organización y solidaridad popular.

Estas injusticias y miserias nos son la única cara de esta crisis, todo el pueblo trabajador resiste y la combate con la única herramienta que tiene para enfrentar las adversidades: con organización y solidaridad popular. Junto con la organización, el trabajo y el conocimiento, con todo su potencial creador y productivo, han permitido sostener el funcionamiento de toda la sociedad, aún en tiempos difíciles, y enfrentar algunos problemas a escala microsocial. Sabemos que esto no será suficiente, solo la lucha y organización nos pueden garantizar la repartición justa e igualitaria de las riquezas de este país que nos darán salud, trabajo, pan y la dignidad que merecemos.

Referencias

1.   Entrevista a C. Soublette, gerente general de la Cámara de Comercio de Santiago [CCS], realizada por El Mercurio, edición del 16 de abril del 2020

2. Para profundizar el análisis de las medidas económicas sugerimos revisar el artículo: La pandemia económica: El capitalismo neoliberal frente a la crisis sanitaria mundial.

3. Entrevista G. Boric, diputado del Frente Amplio, realizada por El Mercurio, edición del 21 de abril del 2020.