Ni parche curitas ni calmantes, nuestro rol ante un modelo de injusticias debe ser poner la salud y dignidad del pueblo por delante.
Se rasgó la fachada de oasis con que la clase empresarial vestía a Chile y por la fisura que el pueblo ensancha se ven nítidamente todas las contradicciones, injusticias y miserias que sufren a diario la mayoría de las familias trabajadoras de nuestro país a causa del modelo neoliberal.
Se ha levantado la protesta en cada esquina y resuena en las demandas populares el anhelo de nuestro pueblo de una vida digna, que incorpore una salud universal, oportuna y de calidad.
Pero, ¿qué hemos hecho las y los médicos para reproducir o revertir este modelo?
Somos alrededor de 44 mil médicos en nuestro país y menos de la mitad nos desempeñamos en el sector público que atiende al 80% de nuestra población. Esta cifra es aún peor si contamos las horas que los médicos especialistas le dedican a esta gran mayoría condenada a esperar por una atención de salud.
Los menos de 22 mil médicos que trabajamos en los centros de la red pública (hospitales de alta complejidad, hospitales rurales, servicios de urgencias o CESFAM) vivimos la falta de recursos y limitaciones para enfrentar la gran carga asistencial y dar respuesta a los problemas de salud de nuestra gente. En muchos casos nuestra atención debe ajustarse al arsenal disponible o depende de la posibilidad de la población de costear de su bolsillo, endeudamiento o bingo, los exámenes o tratamientos particulares que no podemos darle.
En este escenario de precariedad absoluta, muchos desempeñamos nuestro trabajo de la mejor forma posible para brindar una salud digna, aún así nuestra voluntad y abnegación individual no han sido suficientes. Poco a poco se han levantando luchas desde los gremios para fortalecer el sistema de salud público, vamos avanzando pero para que esta realidad cambie necesitamos erradicar el mercado privado que se instaló en dictadura y que se profundizó en las últimas décadas desmantelando y precarizando todo el sistema público.
Nos preguntamos entonces ¿estamos dispuestos a atacar las causas estructurales y toda la lógica que sostiene el actual modelo de la enfermedad como un negocio? ¿cuántas vidas podrían salvarse si los medicamentos y las clínicas dejaran de ser un privilegio solo para quienes pueden pagarlas? Dentro de esta contexto también encontramos colegas cómodos y que incluso se han visto muy favorecidos con esta situación, pero realmente ¿para eso estudiamos tanto en la universidad y trabajamos?
Debemos ir más allá, nuestro pueblo pide que nos pongamos al servicio de mejorar la salud de la mayoría y no trabajar cómodamente por el enriquecimiento individual o para los dueños de las farmacéuticas, isapres, grandes cadenas médicas y clínicas privadas que se llenan los bolsillos con el sufrimiento humano. El pueblo pide una salud digna para una vida digna, un cambio real, pide lo que es justo y nada más, es momento de tomar posición.
Como Profesionales ConVocación planteamos que es hoy es necesario organizarnos, no basta aportar desde el box, debemos estar con las demandas del pueblo trabajador y aportar con nuestros conocimientos y trabajo a la construcción de una Nueva Sociedad, levantemos un modelo de salud digno, justo e igualitario. Tenemos que derribar las estructuras que sostienen este modelo y los privilegios que históricamente han concentrado unos pocos, incluso si ellas nos han favorecido a nosotros.
¡Con el Pueblo Trabajador, Profesionales Con Vocación!