
Atrás quedaron décadas de pasividad cuando en octubre del 2019 estallaron las contradicciones de esta sociedad de injusticias y como pueblo dimos muestra de nuestro potencial. Esta situación marcó un momento histórico que logró abrir la fisura más grande a la legitimidad del modelo político-económico en los últimos 30 años. A pesar de ello, el bloque popular, del cual nos sentimos parte, no ha superado su falta de organización y despolitización.
Por su parte los actores que conforman el bloque en el poder, aquel cuya función es reproducir el sistema, tales como el gobierno, los partidos políticos tradicionales, el poder judicial y legislativo, las fuerzas armadas y los grandes empresarios, no se quedaron impasibles, y reaccionaron de forma cohesionada para contener las protestas y cerrar esta fisura en la hegemonía del sistema, imponiendo la “política de los acuerdos”, para poner una fachada democrática al modelo neoliberal.
El actual proceso constituyente, hecho a la medida del bloque en el poder, limita todo cambio sustancial al sistema, por lo que a pesar de dos artículos de más o menos en la constitución, se mantendrán intactos los intereses de la clase empresarial y se volverá a su estado de “normalidad”, cambiando la constitución de Pinochet por la constitución de Piñera. Este proceso es una falsa oportunidad de participación y cambio que le cierra toda posibilidad al bloque popular de tener una verdadera influencia en la conquista de sus demandas.
Denunciar el engaño del proceso constituyente al que nos quieren arrastrar los políticos tradicionales está lejos de hacernos parte de quienes buscan mantener el status quo. Al contrario, justamente porque queremos verdaderos cambios no nos haremos parte de la farsa con que pretenden que un “Apruebo” renueve la hegemonía neoliberal y, al final, todo siga igual. Pero entonces, ¿qué proponemos para alcanzar una vida digna y una sociedad justa?
Nuestro esfuerzo está en llevar esta revuelta a un cambio de periodo en el que como pueblo organizado seamos protagonistas que cuestionemos y refundemos tanto las bases económicas de la sociedad como el lugar donde reside el poder. Para ello creemos que es fundamental aprovechar este escenario y la fisura que se mantiene abierta en la legitimidad del modelo para contribuir al rearme del movimiento popular.
