29 de marzo: Día del Joven Combatiente

El 29 de marzo de 1984, muere abatido en combate Mauricio Maigret, militante revolucionario de la resistencia del MIR. El joven de 18 años ya daba cuenta de 3 años de experiencia organizada en el combate contra la dictadura. Su trabajo en las comunidades cristianas de la población Villa Kennedy (Pudahuel) y su activa participación en las protestas y movilizaciones le dieron una experiencia que, junto con su amor por el pueblo lo llevaron a ser militante, asumiendo un compromiso decidido con la transformación de la sociedad.

Un año después de su muerte, Eduardo y Rafael Vergara Toledo, que vivían en la Villa Francia, deciden conmemorar su muerte junto con otros compañeros, siendo asesinados en un combate que se libró contra carabineros. A su vez, el mismo día, era asesinada a manos de la CNI la joven Paulina Aguirre, también militante del MIR.

Si bien el dolor de la muerte de todas y todos los caídos en dictadura deja una herida profunda en nuestra historia, lo que marca a fuego la convicción es el ejemplo de lucha, resistencia y sueños por una sociedad distinta que nos dejan estos jóvenes que en su tiempo, fueron motores del cambio radical que el día de hoy seguimos buscando, y que se hace cada día más necesario.

Recordando a los compañeros que han cimentado el camino revolucionario por una sociedad digna, compañeras y compañeros Profesionales de ConVocación decidimos responder simbólicamente a las palabras de Mauricio Maigret, cuya lucidez y claridad son un espacio para la reflexión y un motor para la acción que debemos tomar las y los jóvenes profesionales, impulsando a nuestro pueblo para alcanzar la vida digna.


Juventud temeraria, juventud rebelde, dentro de este grupo es que te pienso Mauricio. Tan pocos años viviste y tanta lucidez que alcanzaste, que entendiste que la lucha no la motiva un gusto por la violencia sino el más intenso sentimiento de amor por tu pueblo y todas las formas de vida. Yo no soy quién para responder a tus palabras, por cierto tan sabias, pero sí puedo reafirmar con ellas mi compromiso. Compromiso para seguir luchando por ti y por tantos niñes y jóvenes que hoy ven hipotecado su futuro y por tantas personas que pueden parecer lejanas pero con quienes comparto una convicción de una sociedad mejor. Como bien dices, ha sido un camino largo superar el terror, y lo seguimos haciendo cada día para fortalecer a nuestro pueblo, para vivir en un mundo que no oprima a nadie, para evitar que el miedo lo consuma y lo haga indefenso. Este compromiso lo conmemoro en este día, un 29 de marzo donde otres jóvenes como tu salieron a luchar por ese futuro que imaginamos, que queremos y que lograremos conquistar.

Profesional de las Ciencias Sociales.


Ya van 38 años desde que escribiste aquellas palabras que cada vez que se leen y escuchan calan hondo en cada uno y cada una de quienes les hacen enorme sentido.

Para pesar de la clase trabajadora, la miseria sigue. El abuso por parte de unos pocos continúa reproduciéndose como mala hierba cuando crece nutriéndose de lo ajeno.

En el poder aún están quienes velan por intereses individuales, propios de su clase adinerada. A estos, no les importa dejarnos sin casa, sin salud o sin educación, pues la venden como una mercancía de la que obtienen muchas ganancias. Y somos los trabajadores y pobladores quienes debemos pagar las consecuencias de esas despiadadas estrategias de acumulación de capital, que incluso le siguen quitando la vida a los nuestros, como esa vecina que se pasa la vida esperando por una atención de salud que nunca llegó.

Las estrategias para seguir acumulando, las planifica y ejecuta la clase dominante desde sus puestos de poder, pero hay quienes hacen el trabajo en el cotidiano, y siguen manteniendo estas lógicas tan perversas que día a día le quita -aún más- la dignidad a nuestra gente. 

Es aquí donde entramos las y los trabajadores profesionales. Tenemos conocimientos que encajan perfecto con seguir manteniendo cada piso y cada base de este sistema, y es precisamente este último el que nos enajena y absorbe para que solo le seamos servil a ellos. Es complejo desprenderse «del individualismo, el egoísmo, la cobardía y todos los otros valores y lacras que el sistema deja en nosotros», pero no imposible. 

Comparto las dudas y vacilaciones que genera el proceso de lucha contra un sistema que no permite la dignidad, pero comparto aún más que solo a través de la organización popular es de donde se gestará y nacerá una revolución para alcanzar y mantener firme la dignidad que merece nuestro pueblo. 

Entonces, ¿qué puede hacer un/a profesional? Las tareas del profesional revolucionario no son solo en la organización, debe ser en cada espacio que se desarrolla. Con esa amiga que le habla sobre los problemas y condiciones precarias de trabajo; con ese compañero que le da una enorme impotencia el no poder solucionar el problema del vecino pues el sistema es hábil en coartar cada espacio de mínima dignidad; nuestro trabajo es también con las y los pobladores a quienes con ese conocimiento aportamos en un mejor vivir y nos pone desafíos tremendos al preguntarnos ¿pa’ sirve lo que estudié? ¿Cómo lo que sé aporta en la población?. Y quizás la tarea más ardua como trabajadores profesionales revolucionarios está en contagiar y concientizar a ese profesional enajenado, que no quiere nada con la pega, pues es ahí donde se debe hacer un trabajo de hormiga para cimentar la conciencia de clase trabajadora.

En el espacio de organización siempre debe primar el cariño por lo que se hace, pues es ese mismo amor por los nuestros el que nos debe mantener día a día en la lucha contra este sistema sanguinario. El sistema no deja otra salida, debemos buscar la nuestra a través de la lucha organizada.

Muchas veces me pregunto ¿qué profesional soy y quiero ser? Y aunque dichas en otro sentido, me quedo con las palabras de Lenin, al decir que quiero ser y seré una profesional por y para la revolución.

Profesional de la Matronería


En tus palabras escucho muchas cosas. Escucho rabia. Escucho dudas. También escucho juventud y esperanza. Pero, sobre todo, escucho amor. Incluso cuando hablas desde la frustración, o de la violencia, entiendo que, la raíz de todo, de tu lucha, de tu militancia, es el amor inconmensurable que sentías por tu gente. Por nuestro pueblo. Y entiendo entonces, que nuestra lucha es la misma. Y confirmo que estos sentimientos que creo compartimos, emanan de la misma fuente que los tuyos. De esa necesidad absoluta de construir algo distinto para todos los nuestros. Una vida digna, libre de verdad. Y que a ella solo accederemos si la construimos nosotros mismos. A punta de amor, humildad, y absoluta tozudez. 

Mauricio, me gustaría que hubieras podido ser un niño y no un combatiente. Me gustaría que no hubieras tenido que dar la vida por nuestra causa. Pero entiendo por qué lo hiciste. Entiendo que no había otra opción. Y entiendo, que en última instancia, esa lucha era lo único que te hacía libre.

Siempre en la memoria, Compañero.

Profesional de las Ciencias Sociales


Hoy, Mauricio, si estuvieras entre nosotros verias ya de grande y con el paso del tiempo, que la gente sigue escarbando basura para encontrar algo que comer, que siguen habiendo niñas de tu edad que parten a cualquier parte a postituirse, que la pandemia administrada por este y cualquier mal gobierno, ha dejado sembrada en virus de muertes y cesantes. Los niños y niñas siguen mal nutridos. Y al otro lado de Santiago siguen estando los mismo de siembre, rubiecitos, blancos y bien cuidados. Cada día mejor cuidados. 

Esta realidad a la que nos enfrentamos de manera cotidiana, con mayores o menores privilegios es cosa de doblar la esquina, y sin cerrar mucho los ojos o desviar la vista, se hace presente. Tuve la suerte, digo suerte porque entre tanta penuria con la que me vi rodeado en su momento, de estudiar una carrera universitaria en una universidad que ostentaba con fuerza la elite, y de la que hoy los parásitos que de ella lucran, la están dejando seca. Siempre me pregunte, que podría hacer con tanto y con tan poco privilegio? 

Opciones de renunciar a los privilegios no se tienen. Eso es una falacia de niños acomodados que tal como su catolicismo intrínseco sirve para hacerse sentir bien. Hoy quiero ocupar esos privilegios que tenemos como conocimientos, saberes, habilidades físicas y mentales, y así también como recursos económicos y materiales que tal vez hoy no abundan, empuñarlos como un arma, ya que al parecer nos queda algo… algo de organización por delante para que estas armas dejen de ser una sutil metáfora. 

Hoy, las armas de la técnica, nadie nos ha de ensenar a ocupar en nuestro beneficio como clase. Por que nos ha quedado, construirnos nuestra propia escuela al calor de la población. Y en ese intento, muchas veces vemos como erramos, y francamente, hemos hecho una que otra weba en algún lado que hoy miramos como ridiculez o como un aporte poco necesario. Pero ese camino de aprender, hará que nuestras tareas, Mauricio, sean grandes. Porque cada año que paso organizado de este lado los desafíos se incrementan y las ganas de aprender se hacen con ello el unísono. Reiterando, nadie nos ha ensenado la dignidad, por eso la tenemos que aprender. 

Pero no puedo caer en la comodidad, de pensar que con el solo hecho de “estar aquí entre compañeras y compañeros, veremos llegar la dignidad en un alunizaje desde el cielo. Tal como tu ejemplo, estos años que vienen tienen que ser de trabajo y esfuerzo. Trabajo y esfuerzo para poder forjar esa Resistencia a la que te sumaste sin dudarlo. Estamos preparando ese caldo de cultivo, ese tejido que con cada acción se entrelaza y tira nuevos hilos que soportara lo que se nos venga por delante, Que nos ayudara a pasar las penurias en los momentos de hambre cuando nos quiten el alimento, de frio cuando nos quiten las viviendas, y de salud cuando nos quiten los hospitales. 

Hoy, tu ya muerto en combate y después de tantos años no puedo darte ninguna tranquilidad. Aún no hemos resuelto nada y seguimos cayendo ante la farsa de políticos tóxicos que dicen que esta si que es la definitiva y que no recibiremos más maltrato. Hoy nos falta seguir con pulso tu ejemplo y con pulso en la tarea cotidiana que es entregarnos integralmente, y no de manera fraccionada a la lucha contra esta carnicería, que nos hace seres humanos violentos con nostres mismes, entre pares y entre jóvenes y no tan jóvenes de un mismo pueblo. 

Así, este es el estado de las cosas hoy querido Mauricio.

Profesional de la Arquitectura