1º de mayo: Carta a los y las trabajador★s

Santiago de Chile, 1ro de mayo de 2020

Compañeras y compañeros:

Trabajadores, obreros, técnicas, dueñas de casa, vendedoras, profesionales, recolectores, campesinos, feriantes y a todas y todos quienes diariamente ejercen la fundamental labor de mantener la vida en pie, a quienes se consideren parte de la clase trabajadora de este país. Hoy más que nunca es necesario que reconozcamos nuestro rol en la sociedad actual y en la que queremos construir.

En este día del trabajador, les quiero decir que somos el verdadero motor de la sociedad, somos quienes, con voluntad, esfuerzo y conocimiento, levantamos, edificamos y sostenemos todos los aspectos de nuestra sociedad: somos los que construimos la riqueza. Pero, al mismo tiempo, somos quienes recibimos migajas de aquella riqueza, la cual es filtrada por un tamiz que le quita todo lo valioso. Ese tamiz es el empresario, el dueño de la gran empresa, el que, por solo poner su nombre en la marca, se lleva la mayor parte de la torta ¡Sin siquiera haber colaborado para cocinarla! Esa riqueza que producimos bajo este sistema es la riqueza de otros.

Y justamente, es este jefe quien tiene miedo de ver afectada su ganancia y no poder quedarse con la parte más jugosa del trabajo que realizamos. Que haya menor cantidad de gente en la calle, comprando en el día a día, o yendo a trabajar, le impide sacar el provecho que siempre ha sacado de todo lo que creamos. Por eso nos obligan a tener que seguir en la misma situación y no les tiembla la mano al arriesgar las vidas de ninguno de nuestros compañeros y compañeras al mandarlos a la fuerza a ganarse el pan, aunque estén enfermos o que tengan un familiar que podría estar en riesgo. Hoy más que nunca sale a la luz lo imprescindible y mal valorados que somos. Los poderosos quieren que salgamos a trabajar y consumir como si nada pasara, poniendo en riesgo nuestras ya precarizadas vidas.

Además, nos enfrentamos a un sistema que entra constantemente en crisis, que incluso a veces parece derrumbarse, pero que se reinventa cada vez con más fuerza, generando nuevas necesidades y formas de seguir explotando a trabajadoras y trabajadores. Nos enfrentamos a un sistema que nos hace olvidar a los demás, que nos hace individualistas, competitivos; un sistema que fomenta el egoísmo y que al final del día nos presenta el trabajo como una carga que se hace más pesada con el paso del tiempo.

Esta realidad, y la situación que vivimos actualmente, nos vuelve a recordar que como clase trabajadora, podemos y tenemos la urgencia de construir una sociedad para nosotros y nosotras, con una economía dispuesta a las necesidades del pueblo, donde las ganancias se repartan socialmente y se garantice la dignidad.

Volvamos a valorar nuestro trabajo, ese que con todo nuestro esfuerzo y técnica despliega su potencial creador y que junto a la organización nos permitirán revolucionar las bases de esta sociedad, para construir una de igualdad y justicia.

Lo anterior plantea un gran desafío para nosotros, la clase trabajadora. Debemos dar un nuevo sentido al hecho de trabajar que rompa con la noción actual. Debemos transformar nuestros lugares de trabajo en espacios de desarrollo personal, de creación, espacios de organización y comunidad. Debemos dotar de sentido a nuestra actividad diaria, esto es, relevar el valor social de nuestro trabajo, y sentirnos orgullosos de ser parte de una misma clase trabajadora. Para lograr esto debemos eliminar la explotación de nuestras relaciones de producción, este mismo mal nos condena a todos y a la vez demuestra que somos los cimientos de esta sociedad, está en nosotros la posibilidad organizarnos y sublevarnos para construir una nueva historia.

Ahora debemos denunciar la explotación de la clase dominante y rebelarnos ante esta para eliminar las clases. Todos y todas merecemos una vida digna, porque todos somos constructores de esta sociedad, tenemos la capacidad de transformarla. Somos muchos más los explotados, por lo que nuestra tarea es saber acumular nuestras fuerzas y alzar con más vigor que nunca, la necesidad que todo debe cambiar.

Espero que este momento vuelva a reafirmar en todos y todas la urgencia de organizarnos y luchar por romper con esta sociedad de clases. La vida digna que hemos gritado, rayado y soñado, hasta el cansancio, se puede hacer realidad y está en nuestras manos.

Nos encontramos en la pega y en la marcha, en la organización y en la lucha.

Un saludo rebelde y fraterno.